domingo, 19 de febrero de 2012

EL REY DE AMARILLO (Orígenes)

Con frecuencia, cuando uno echa un vistazo —siquiera por encima— a las biografías de los escritores de literatura sobrenatural entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX, suele toparse con una cadena de tragedias de toda índole, a saber: alcohol, láudano, opio, problemas económicos, suicidios, aislamiento, trastornos de personalidad y un largo etcétera que —estoy convencido—, haría las delicias de un buen psicoanalista.

Sin embargo, la vida está llena de excepciones. En las antípodas de estos estereotipos se encuentra el norteamericano Robert William Chambers (1865-1933). Curiosa paradoja, tras su obra “maldita” EL REY DE AMARILLO, se esconde un hombre que vivió plácidamente, sencillo, de carácter tranquilo y cuyas aspiraciones literarias se ceñían a ser, en sus propias palabras, “un simple proveedor de historias para miles de lectores de clase media y alta, ansiosos de emociones”.

Chambers nació en el seno de una familia aristocrática. Su padre era un famoso juez y su madre descendía de Roger Williams (fundador de Rhode Island de origen escocés). Esto le permitió vivir siempre en un estatus cómodo, sin la necesidad apremiante de ingresos que otros literatos sí tuvieron. No obstante, Chambers jamás se “aburguesó”, y no dejó de trabajar con empeño a lo largo de su vida. Muy pronto, el joven Robert se decantó por el dibujo, y así, en 1895 comienza a estudiar en la New York Art Student’s League y comienza a hacer ilustraciones para importantes revistas y periódicos americanos.

Un año más tarde se traslada a Paris para perfeccionar sus estudios. La “capital mundial del arte” marcará para siempre su vida, empapándole de aquel ambiente bohemio, libertino e intelectual que bullía en torno al Sena. Chambers lleva consigo a todas partes un cuaderno en el que toma notas, pensando recoger, en un futuro, todas las anécdotas y experiencias vividas durante su estancia en Paris. Como resultado, en 1894, Chambers publica su primer libro: In the quarter (compendio de aquella etapa). Asimismo, el germen de este universo se trasladará a algunos de sus inolvidables cuentos fantásticos, como, por ejemplo, La máscara.

En 1895 aparece EL REY DE AMARILLO, selección de relatos de terror que supuso toda una revolución en el panorama literario del momento, un verdadero “antes y después” de la ficción sobrenatural. Para gran sorpresa del autor, el libro se convertiría de inmediato en un gran éxito de ventas, público y crítica, así como un pujante influjo en escritores posteriores, el más universal de todos ellos, el propio H.P. Lovecraft.

Es conocida la mutación que sufre la narrativa terrorífica a finales de XIX. La metamorfosis llegará de la mano de autores que abandonan definitivamente los elementos “góticos” y se adentran en una concepción “moderna” del fenómeno espectral. Arthur Machen, E.F. Benson, M.R. James, Algernon Blackwood, W.H. Hodgson, Friz James O’ Brien, Ambrose Bierce o Lord Dunsany, ejemplifican este cambio. Surge así, el sentimiento de “pavor cósmico” ante lo incomprensible y, al propio tiempo, la aproximación, por vez primera, a fundamentos de carácter ancestral, esotérico y pseudo-científico en los relatos de corte fantástico.
De este modo se genera una visión de lo sobrenatural mucho más realista y, por tanto, más creíble y convincente que antaño. Jacques Bergier definió este modelo como “cuento materialista de terror” (cuyo máximo exponente es, sin duda, H.P. Lovecraft, quien, a su vez, emplea la expresión “realismo-fantástico” para referirse a esta simbiosis). Y, también en la misma línea, el francés Maurice Renard define sus obras como “científico-maravillosas”.

Pero volvamos al libro que nos ocupa.
Los precedentes de EL REY DE AMARILLO, pueden rastrearse, en primer término, si atendemos a la admiración que Chambers sentía por su compatriota Ambrose Bierce. En este sentido, Robert W. Chambers fue un verdadero pionero a la hora de introducir (abiertamente) elementos de otros autores, desarrollarlos y, por tanto, dotarlos de vida propia, iniciando así una tendencia que perdurará hasta nuestros días. De los relatos Un habitante de Carcosa o Haïta, el pastor —ambos de Bierce— adoptará elementos como la ciudad de Carcosa, o personajes como Hali y Hastur que, más adelante, acabarán formando parte de los Mitos de Cthulhu.El segundo antecedente lo encontramos en el clásico cuento de Edgar Allan Poe La máscara de la Muerte Roja, cuya imagen evoca los andrajosos ropajes que viste el Rey de Amarillo.

Otra fuente que pareció inspirar al norteamericano es la obra teatral Salomé de Oscar Wilde.
Pero, sin lugar a dudas, la mayor aportación de Chambers en esta obra, es precisamente la invención del espantoso libro que da título a la misma (El rey de amarillo), cuya lectura provoca —en palabras de Lovecraft— “sobresalto, locura y tragedia espectral, logrando un notable grado de miedo cósmico”. Este blasfemo volumen se convierte en el hilo conductor, telón de fondo omnipresente, de unos cuentos que, en mi opinión, destacan sobre todo por una personalísima visión del horror, alcanzando una altura “macabra” inquietante y genial.

En definitiva, una narración que hizo trizas los cánones presentes en su época, y que, hoy día, sigue produciendo un escalofrío irresistible.

miércoles, 15 de febrero de 2012

PRIMERA ANTOLOGÍA "SUEÑOS DE OPIO"


VALENTIA AUTORES es una editorial (no al uso) distribuida por España y Sudamérica que reúne, a través de su plataforma web, artistas de todo tipo; escritores, compositores, actores e ilustradores colaboran en la creación y desarrollo de novelas, audio libros, cómics y relatos.

Incluida en su colección SUEÑOS DE OPIO, acaba de publicarse su primera antología de relatos de terror, que incluye los 21 cuentos seleccionados en el primer certamen de este género organizado por la editorial.

Desde la Luna de Hielo, quiero agradecer al jurado la selección de mi relato MALA CAÍDA en la misma, así como desearles toda la suerte del mundo en su andadura creativa. Toda una apuesta que merece nuestro apoyo y reconocimiento.